miércoles, 4 de junio de 2008

CAPITULO 10


LAS MUDITAS














Martita, con sus amigas habían organizado la salida de la ciudad.

Gardelia apenas conocía las actividades del grupo aunque había recibido numerosas invitaciones de su amiga para integrarse.

No podían quedarse más tiempo y tenían planeado mudarse al interior, a una casa abandonada por un familiar de una de ellas en Córdoba.

- La vamos a llevar aunque no quiera- arriesgaba una de las chicas

- Yo no se si va a venir?- dudó Martita que la conocía muy bien.

- No la podemos dejar sola. La van a matar.

- Si, ya sé. Pero la única manera de convencerla es dopándola.- dijo Martita para graficar la situación

. Y bueno, yo tengo algo que va a servir.

- Qué – desconfió de la arriesgada sugerencia.

- Tengo coca cola con ruda macho y toronjil y sino hinojo con moscato y huevo.

- Tas loca, nena. Tomátelo vos.

Una mega sudestada hacía temblar las ventanas. Las chicas relajadas por un rato, observaban el espectáculo con nostalgia final. Buenos Aires o Buenas Aguas, como ellas la habían rebautizado, las despedía con su mejor temporal.

Durante semanas habían planificado la partida acopiando pertrechos, medicamentos, latas de conserva y algo de dinero. Todo provisto de manera non sancta.

A raíz de esto eran buscadas por la mayoría de los lancheros del Abasto, Once y Almagro.

En una redada meses atrás, una de ellas había sido violada y asesinada sin contemplación, no sin antes haber ofrecido una felina resistencia que le costó los genitales a un conocido gondolieri porteño que fue rebautizado “il castrati”. El infeliz , otrora cantor de tangos al mejor estilo Julio Sosa, ahora por el cambio accidental de registro ,interpretaba la obra completa de Agustin Magaldi.

Las chicas juraron venganza y no se habló más del asunto; ni siquiera entre ellas.

Bastaba la silente anotación en una de las paredes del departamento donde las tachaduras progresivas e inexorables sobre una hilera de rayas verticales iban dando cuenta de cada uno de los tipos que habían participado del infame crimen de la compañera.

Aunque aparecían los cadáveres sin poder asegurar quien era el responsable de los decesos, todos sospechaban del singular grupo de amigas que había pasado a la clandestinidad.

Adolescentes muy reservadas, apenas en relación con varones de su misma edad; taciturnas, de miradas torvas, y movimientos precisos.

El barrio las conocía por el mote que mejor las describía: Las muditas.

Pero Gardelia no quería involucrarse a pesar de la insistencia de Martita. Intentaba llevar una vida “normal”.

-La vamos a tener que llevar como sea, y mas si está embarazada- fue categórica una de ellas.

Martita insistía en respetar la decisión de su mejor amiga:

- No estamos seguros de que lo esté. Y no la voy a llevar a la fuerza.

-Quien la va a proteger cuando nos vayamos?- preguntó otra.

- Es un problema.- medito Marta- No sé por qué diablos la están buscando los chinos.

- Se debe haber mandado un moco importante- aseveró alguien.

- No creo. Ella lo que menos quiere es meterse en quilombos- la defendió.

Las chicas coincidieron que había que apurarse.

Todas en silencio revisaron sus equipos y cargaron sus mochilas para volver al comedor donde repasarían el plano que estaba abierto sobre la mesa.

- Nos vamos a separar en tres grupos - dijo Martita- El primer gomón va a estar a 20 cuadras del segundo y el tercero a igual distancia . En cuanto se alcance cada lugar acordado vamos a usar éste aparato para comunicarnos y asegurarnos que el camino está despejado.

- Cómo funciona?- preguntó alguien.

- Así- prosiguió simulando hundir una especie de pequeño megáfono blanco bajo el agua- Sumergís la bocina y hablás por el micrófono que está unido por el cable.

- Nadie va a escucharnos?

- Nadie. Nuestras voces se transmitirán a distancia bajo el agua y solo podrán percibirlas los amplificadores de éstos aparatos. Revisen si están funcionando.

- A donde van?- La voz provenía de afuera del grupo encimado sobre la mesa. Al girar se encontraron con la silueta vacilante de Gardelia apenas aferrada a la puerta.

Varias corrieron a sostenerla:

- Nena, que haces levantada!

- Se iban sin mí- susurró debil

- No seas boluda. Cómo te íbamos a dejar-

- Y a dónde van?- se esforzó por entender.

- Nos vamos- aseveró Martita- Vos quedate tranquila y confía en nosotras.

Gardelia firmemente sostenida por sus pares no podía mantenerse en pie, y mucho menos cuestionar nada.

- Cámbienla. Se viene con nosotros- decidió finalmente su amiga de siempre.

Gardelia sin oponer resistencia se dejó preparar por las chicas.

- Voy a ir a tu casa a buscarte un poco de ropa.- dijo una de ellas.

- Es el 5º D. La llave está escondida sobre el marco de la puerta.- le confió Gardelia.

Mientras la muchacha salía con el mandado, Martita continuó en la mesa con el plano:

- Vamos a salir por Juan B Justo hacia el oeste. Una vez en general Paz tenemos que distraer al único control de prefectura. Ahí vos, Chola, vas a soltar a tus mascotas. Tienen suficiente hambre?

Chola, de aspecto un tanto desprolijo y francamente sucia asintió mientras le brillaban los ojitos imaginando el banquete que le proporcionaría a sus criaturas: Escuerzos criados con carne humana que se ocupaba de conseguir a escondidas.

- Decía, vamos a cruzar a la provincia y desde ahí vamos a tener que ir reponiendo el combustible donde podamos...

Un golpe en la puerta hizo crispar a todas y como acto reflejo se abalanzaron sobre las armas. Simultáneamente se escucho una voz desde el exterior: “ Chicas, están rodeadas. Sabemos que tienen a Gardelia... Si la entregan , las dejamos ir”

- Son los hijos de p de los lancheros que nos vendieron a los chinos- constató una de ellas que se asomó con cuidado.

Otro golpe insistente y violento en la puerta las encrespó aún más y

apuntando los arpones, la abrieron con cuidado. Era la muchacha que había salido en busca de las cosas de Gardelia quien se desmoronaba con el rostro lleno de cortes y hematomas producto de una golpiza.

- Basuras!- tronó Martita- No saben de lo que somos capaces...

continuará