miércoles, 23 de abril de 2008

CAPITULO 9


UNA VISION













Gardelia deambulaba en ningún mundo. Un espacio sin límites, sin formas. Apenas sostenida por una frágil conciencia de si misma a la que se aferraba como única esperanza.

Sin noción de tiempo solo restaba esperar que el tiempo volviera a ponerse en marcha. Sin desesperarse y sin intelecto que pudiera preguntar hasta cuándo.

Una espera que podría ser la espera final, la sobrecogía y permaneció acurrucada en su ser, al borde de un abismo negro de espanto, tratando de no sucumbir ante la nada.

Poco a poco como en un amanecer, la claridad empezó a descorrer los telones de lo ignoto dejando visible una bóveda temblorosa de estrellas.

De entre millares, una parecía mayor. Y no solo eso. La más fulgurante descendía a una velocidad incalculable hasta convertirse en la figura esplendente de una mujer.

Tal visión la abrumó.

Era alguien desconocida y a la vez más que familiar. Con una expresión tal, que podía pulverizar aún lo más temido.

Gardelia gimió ante la visión provista de una autoridad que nunca había conocido y de una realidad mayor que la realidad misma.

Esa presencia envuelta en luz parecía con el poder de penetrarla hasta en el rincón más íntimo.

El rostro beatífico se aproximó finalmente y le ordenó sin palabras a que Gardelia abriera sus brazos y recibiera un precioso encargo.

Envuelto en halos de resplandescencia, un niño le sonreía como si la conociese desde el principio de los tiempos.

Gardelia rompió en un llanto incontenible que la hizo cruzar el umbral a éste mundo.

- Quedate tranquila. Estás con nosotras- la consoló Martita junto a sus amigas.

Sin dejar de llorar, Gardelia trató de retomar el control de si misma.

- Donde estoy?-

- Estamos en la casa de una de las chicas. No te preocupés.- le contestaron.

- Y hace cuanto?- quiso saber.

- Tuviste suerte que una de las chicas te viera colgando de la cornisa del Abasto... Te escondimos acá hace tres días y esperamos a que reaccionaras.

Trató de incorporarse pero los músculos no respondieron.

- Qué me pasó?

- Decime vos, boluda. Qué estabas haciendo en el techo, en el medio de los rayos?.- respondió Martita con fastidio.

Ahí recordó el fogonazo y nada más.

- Vi a la virgen- dijo aún bajo los efectos de la visión.

- Qué?-

- Y a un bebe-

Todas las amigas se arremolinaron sobre Gardelia.

- Estás embarazada?- preguntó Martita más que seria.

- No nena.

- Y de hablás entonces?

- Vi a la virgen- ratificó como si se tratara de lo más natural del mundo.

- Si vos nunca creíste- retrucó su amiga que la conocía bien.

Gardelia confrontó en su mente lo que le recordaba Marta y se dio cuenta de que era verdad. Nunca había pisado una iglesia. Ni siquiera la habían bautizado. Sin embargo la fuerza incontrastable de lo vivido minutos antes, tenía su propio peso.

Trató de girar sobre su costado para refugiarse en su espacio interior y huir del acoso de las chicas.

- Déjenla tranquila- ordenó su amiga.- Descansá Gardi, después charlamos.

Martita ordenó que abandonaran la habitación y le acomodó la frazada que la cubría.

Le dio un beso y apagó la luz.

Cerró con cuidado la puerta, pero un instante después volvió en la penumbra con una pregunta extraña.

- Nena, de donde sacaste ese perfume nuevo?-

- Me estás cargando. Me siento resucia- contestó Gardelia con fastidio.- Por qué preguntás esa pelotudes?

- Porque desde que te trajimos hay una baranda a rosas insoportable.

Continuará

No hay comentarios: