miércoles, 5 de diciembre de 2007

CAPITULO 3



CARNUDO RIOPLATENSIS




Entre mate y mate el atardecer se escapaba. Las chicas detrás del toldo verde del balcón se protegían de los últimos rayos de un sol blanco, sin ozono, que era inclusive peligroso a esa hora.


Con poca luz hojeaban las páginas quebradizas de “Gente”.


Al ver los cuerpos bronceados , de musculatura lánguida y apariencia esquelética ,Martita su amiga , aseguró:


- Estás minas no morfaban ¿Cómo hacían para defenderse de los tipos?.


Las formas no correspondían con las actuales.


Gardelia y ella parecían hermanas para cualquier ojo distraído. En realidad el cabello mal cortado casi al ras de todas las adolescentes imposibilitaba distinciones a primera vista. La palidez y los cuerpos fibrosos se asemejaban, como si todas las muchachas formaran parte de un ejercito de jovenes afeminados, listos para entrar en acción.


Los varones por su parte lucían desorientados por fuera y por dentro . Solo atinaban a seguirlas en todo, a saludable distancia , cuidándose de los humores de sus compañeras , esperando sus iniciativas.


Inclusive las destrezas físicas no merecían distinción de género.


La violencia tampoco.


Gardelia se disgustaba cuando tenía que hacer uso y hasta abuso de la fuerza. Había perdido la cuenta de cuantas veces. En realidad no le interesaba el recuento porque un par de hechos fatales la habían tenido como protagonista.


- Tengo hambre, Gardi.


- Vamos a sacar un carnudo.


- Dale!- se entusiasmo su amiga.


Gardelia volvió con una caja metálica donde guardaba todo lo necesario para el cometido.


Las dos pusieron empeño en alistar el equipo. Las panzas hacían ruido.


Hacía ocho años que el bagre carnudo pululaba en las aguas ahora transparentes de la ciudad, mérito de una antigua administración municipal que después de agotar millones y millones del presupuesto había logrado limpiar el riachuelo con una enzima que se reprodujo exitosamente potabilizando y decantando los sedimentos. Lástima que hubiera sido semanas antes de la gran inundación.


La feliz coincidencia fue que Mario Sábalo Pescante, destacado genetista argentino, después de varios intentos fallidos, logró cruzar un bagre autóctono, con genes de holando-argentina. El resultante: la cena de las chicas.


Gardelia, ató la boya luminosa en la punta del arpón y trató con poca luz, de acertar al medio de Corrientes y Anchorena.


Martita prefirió cerrar los ojos. Confiaba en su puntería pero le conocía cierto atolondramiento. Y era inútil interponerse.


POMP! Y siguió a continuación el silbido de la soga desenrollándose.


-La p´ que te p´…- se oyó abajo.


Las dos se agacharon buscando el anonimato de la acción desprolija.


- Fuiste vos Gardelia?- se oyó a un lanchero taxista vociferar con el eco en las paredes del Mercado- Fuiste vos…?- insistió mientras se alejaba en la penumbra.


El silencio fue ganando los ánimos en el rito vacío de la espera del pique.


Acodadas en la baranda se ensimismaron hasta que Gardelia empezó a canturrear:


- “Te criaste entre cafishios, malandrines y matones… y entre gente de avería desarrollaste tu acción…Por tu estampa en el suburbio, florecieron los balcones… y lograste la conquista de sensibles corazones…”-


- Que tango es?- preguntó Martita.


- No sè . Vicente pone discos viejos todo el día.


- Y que quiere decir cafishio.


- El dice que eran tipos que hacían laburar a las minas para ellos.


- Laburar en qué?.


- En sexo.


- Ah...


Martita reflexionó un instante y se entusiasmo:


- Podríamos poner a trabajar a los chicos que están al dope.


El sedal se tensó y la boya titilante desapareció bajo el agua.


- Tengo uno- se entusiasmó Gardelia- ayudame a levantarlo para que no se me enrede en las plantas.


El carnudo se dejaría arrastrar mansamente, resignado.


Las chicas ataron la soga a un pequeño aparejo y después de unos minutos tenían al animal en el balcón. A la luz de un farol se dispusieron a desollarlo.


Un momento de ternura las invadió. El pez-vaca yacía regordete con sus manchas negras circulares sobre el fondo escamoso y blanco.


- Es una hembra… está llena de leche- se enterneció Gardelia- cuantos pececitos habrá dejado?


- No me importa nena. Yo tengo hambre. A ésta le sacamos como 3 kilos de bifes sin colesterol.- sonó categórica Martita.


- Es que me da nosequè - titubeó Gardelia.


Apenas un instante.


Al momento siguiente la hachuela en manos de Gardelia cayó precisa y terminante sobre la cabeza del pez.


- Martita, preparate unos mates y prendeme la sartén.


Su amiga siguió las indicaciones y tomó algunos frutos y verduras que crecían en el barrio para preparar una guarnición.


- Fijate si no tiene adentro algunos huevos para hacer aparte- dijo Martita.


- No seas bruta, nena. No sabés que son mamíferos.


Allá abajo, en la Av. Corrientes, lejos de la modesta fiesta culinaria, unas cuantas burbujas ascendían hasta llegar a la superficie. En contacto con el aire se rompían y liberaban mugiditos que ya nadie podría escuchar.






No hay comentarios: